Merecido reconocimiento recibió el Dr. Enrique Barroso, médico zuliano por sus 29 años de labor inectertumpida en el Centro Sur adscrita al IVSS.
Danilo Vergara Méndez
Conozco de vista, trato y comunicación al doctor Enrique Barroso, quien ha dedicado casi tres décadas de su vida profesional al trabajo y cumpliendo al pie de la letra el juramento hipocratico que hizo cuando recibió su título de médico cirujano, de la muy ilustre Universidad del Zulia, (LUZ), de dónde egresó.
Recientemente y al cierre de «Las Primeras Jornadas Científicas Dr. Enrique Barroso Castellano, en el marco del «Día del Médico» que se celebra en nuestro país el 10 de marzo, sé hizo está actividad cargada de entusiasmo, camaradería y gran profesionalismo, en honor a él, por lo cual agradeció a Dios, familiares y amigos la entrega de diploma y botón que le confirieron -honor al mérito por los años de servicio-, a esté insigne médico que labora en la «Clínica Popular I Sur Maracaibo del IVSS», mejor conocido como «El Seguro de Veritas» de su natal Maracaibo.
Médico de familia al servicio de la comunidad
El doctor Enrique Barroso, mejor conocido en su círculo familiar, amigos y vecinos como el «Dr. Caquelo», lo conozco desde hace muchísimo tiempo y puedo decir que fue uno de los primeros médicos egresado de LUZ, que tuvo la parroquia Cristo de Aranza, específicamente en Haticos por Arriba de Maracaibo.
Es un profesional de la medicina, entregado en cuerpo y alma a su trabajo profesional, atiende personalmente o por vía telefónica a los pacientes que estén donde estén, con mística y con una extraordinaria vocación de servicio y humildad.
Esté galeno, que estudiaba y trabajaba, se le solía ver con los libros prestados de la bibliotecas de la Facultad de Medicina, (LUZ), bajo el brazo siempre en carrera, contrareloj, puesto que alternaba sus estudios universitarios con la vida real: trabajar y estudiar para mantener su familia, integrada por esposa e hijos.
Digo esto, porque por lo general quien estudia Medicina lo hace a dedicación exclusiva, en la mayoría de los casos cuentan con el apoyo de sus padres, él también tuvo apoyo de sus psdtes, pero no era suficiente, la familia había crecido.
No era estraño observar al futuro médico con un tomo de Anatomía, con el encarte de una revista hípica, puesto que se ganaba la vida haciendo cuadros de a locha. A esta empresa posteriormente, ingresaron en la nómina otros miembros de la familia Barroso Castellano y García Castellano, respectivamente.
Qué tiempos aquellos, mí hermano, cuando le recordabas a los apuntadores del 5 y 6 que sellaban los cuadritos de a locha para la jornada de La Renconada, en Carcacas, aquella inolvidable frase: «Suerte, por favor devuelvan los lápices».
El Pepazo