La diabetes es un factor determinante para el infarto agudo de miocardio, la angina de pecho o el ictus, pero sus consecuencias van mucho más allá de estas dolencias. Esta enfermedad también puede ser causa de diálisis y trasplante de riñón, de ceguera o de disfunción eréctil.
María R. Lagoa
Aproximadamente, entre cinco y seis millones de personas sufren diabetes en nuestro país. Es un factor de riesgo para muchas enfermedades junto con la hipercolesterolemia, la hipertensión, el sobrepeso y el hábito tabáquico. Cuando aparece el diagnóstico de diabetes, es fácil pensar en su relación con la isquemia cardiaca (infarto y angina de pecho) y los accidentes cerebrovasculares. De hecho, más del 50% de las personas con diabetes tipo 2 muere por complicaciones cardiovasculares. Pero los niveles elevados de glucosa en sangre son factores que facilitan también la aparición de otras enfermedades que nos restan años de vida y condicionan negativamente nuestro bienestar.
“Estos problemas cardiovasculares son la principal causa de muerte en personas con diabetes, por eso se les ha prestado más atención, pero hay otras consecuencias en las que muchas veces no se piensa y hay que tener muy en cuenta”, plantea Antonio Pérez Pérez, presidente de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
El problema es un mal control de la glucosa sostenido en el tiempo, como explica el responsable del Grupo de Trabajo de Diabetes de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Carlos Miranda Fernández-Santos: “La diabetes es una enfermedad crónica de larga evolución. Los daños muchas veces no se notan y son proporcionales a un mal control de la glucosa”.
Insuficiencia cardiaca y causa principal de diálisis
El presidente de la SED llama la atención sobre el impacto de la diabetes en la insuficiencia cardiaca, una afección en la cual el corazón ya no puede bombear sangre rica en oxígeno al resto del cuerpo de manera eficiente: “La diabetes se suele asociar con el infarto y el ictus. La insuficiencia cardiaca es una de las grandes olvidadas y reduce mucho la esperanza de vida”. Antonio Pérez significa que la diabetes puede multiplicar hasta por dos o tres el riesgo de insuficiencia cardiaca.
La glucosa alta en sangre es también un marcador de daño renal. “Perjudica el riego de las arterias que llegan al riñón, que va perdiendo su función. Es algo silente y lo detectamos los médicos en las analíticas”, explica Carlos Miranda. El responsable del Grupo de Trabajo de la SEMG y el presidente de la SED coinciden en remarcar un dato muy ilustrativo de lo que significa este impacto: la mitad de las personas que llegan a diálisis y trasplante renal tiene diabetes.
Motivo de amputaciones y ceguera
Otro dato que resaltan los dos expertos y que permite calibrar la gravedad de algunas consecuencias de la diabetes tiene que ver con el denominado pie diabético: la diabetes es la primera causa no traumática de amputación de una extremidad inferior. “El mal riego arterial afecta a las arterias periféricas”, señala Miranda. El problema es que pueden aparecer úlceras difíciles de tratar y que lleguen a infectarse.
La retinopatía diabética es una afección específica del mal control de la diabetes: “Se produce un daño microvascular que también afecta a las pequeñas arterias”. Aunque los casos de ceguera han disminuido drásticamente con el control de la glucosa, la diabetes sigue siendo la principal causa de invidencia en los países occidentales.
Hígado graso no alcohólico y afectaciones neuropáticas
La diabetes es, asimismo, causa de afectación hepática. Según el presidente de la SED, el 60% de las personas con diabetes tipo dos tiene hígado graso no alcohólico y aproximadamente el 30% sufre esteatohepatitis no alcohólica, una inflamación del hígado motivada por el exceso de grasa que puede evolucionar a fibrosis y cirrosis hepática.
Existen otras afectaciones neuropáticas más raras y difíciles de detectar relacionadas con el sistema nervioso autónomo, que controla los músculos de los órganos internos, como el corazón, el estómago y el intestino, así como las glándulas salivares y sudoríparas. Puede causar estreñimiento por falta de motilidad del intestino, incontinencia anal, un mal vaciado del estómago, retención de orina, incontinencia anal o disfunción eréctil.
Prevención
La prevención primero y después la detección precoz para evitar la progresión de estas dolencias es el abordaje adecuado. “El mejor tratamiento siempre es la prevención. Cuando tenemos que tratar, no siempre somos los suficientemente eficaces”, asegura Antonio Pérez. “Lo importante es que la gente conozca todos estos problemas, hay que vigilar y controlar la glucosa para que estas complicaciones no aparezcan”, aconseja Carlos Miranda, quien aboga por un control integral, que se extiende a vigilar la tensión arterial, el colesterol, el peso corporal y a evitar el tabaco.
La recomendación fundamental para las personas con diabetes es mantener la hemoglobina glicosilada por debajo del 7%, aunque para las más jóvenes el consejo es que esté por debajo del 6,5%. Antonio Pérez explica la razón: “Los jóvenes tienen más riesgo de que la diabetes les produzca lesiones, así que hay que intentar ser más estrictos.
Despistajes eficaces
Además de mantener en esos niveles la glucosa, el presidente de la SED apunta que existen despistajes bien establecidos para prevenir la afectación renal y en los ojos: “Desde que se diagnostica a una persona con diabetes tipo dos hay que hacer análisis de sangre y orina una vez al año”.
Se pueden utilizar fármacos eficaces en el control glucémico y que previenen el deterioro renal (inhibidores del contransportador sodio-glucosa tipo 2). Para vigilar la retina, hay que revisar el fondo del ojo: “En la diabetes tipo 1, a partir de los cinco años, hay que realizar un despistaje anual, y en la de tipo 2, debe hacerse desde el diagnóstico”. Las unidades del pie diabético ofrecen los cuidados necesarios para intentar evitar cualquier amputación.
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El Pepazo/Marca